En el año 1955 fue creado el Coro Nacional, siendo su primer director el español Juan Urteaga.
Con motivo de celebrar su 70 aniversario, nuestra primera institución coral, dirigida por el maestro Elioenai Medina, presentó un memorable concierto en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección del maestro José Antonio Molina.
Como apertura a la gran noche musical, escuchamos la brillante Obertura de la ópera bufa “Las Bodas de Fígaro”, de Wolfgang Amadeus Mozart.
La bellísima introducción exalta el espíritu de la comedia. Las cuerdas y fagot sugieren en el primer tema, incitan una respuesta de los vientos, hasta un “tutti” orquestal.
El segundo tema atractivo e ingenioso, bajos y fagotes, luego los violines alcanzan un momento culminante, hasta la coda, una glorificación de la existencia disipada. Exquisito inicio, el público aplaudió entusiasmado.
Cambia la atmósfera, el himno eucarístico sereno y suave “Ave Verum Corpus” -Dios te salve cuerpo verdadero- de Mozart, es un “motete”, breve composición musical polifónica, para el culto religioso, una meditación poética de belleza serena sobre el sufrimiento de Jesús, expuesto por el coro homofónico debidamente cohesionado. Tras la breve introducción, transición y final, coro y orquesta transmiten esa sensación de paz… el poder redentor del sufrimiento.
En un cambio espectacular, la primera parte del concierto cierra con las “Danzas Plovetsianas” de la ópera “El Príncipe Igor” de Aleksandr Borodin, suite orquestal y coral, de vibrante y exótica música.
La obra causa una gran impresión, no podemos evitar evocar las contrastantes danzas de las mujeres de ondulantes movimientos y la de los hombres, ligera y rápida, con secciones enérgicas y rítmicas, otras melancólicas. La danza se convierte en gran celebración.
La brillante instrumentación con énfasis en los metales, maderas y percusión, resaltan melodías exóticas, la participación del coro fundamental, convierte estas danzas en un torbellino sonoro que encanta. Los aplausos del público fueron intensos.
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Luego del intermedio, el concierto cierra con la obra maestra de la música coral, el “Réquiem” en re menor, de Amadeus Mozart.
Esta obra cautivante y compleja, enigmática y sugestiva, fue compuesta para una ceremonia religiosa, pero con el paso del tiempo se ha convertido en una pieza de concierto, en un canto a la vida, fundamental en el repertorio coral.
El genio de Mozart en su “Réquiem” toca temas trascendentales como la muerte, el duelo y la trascendencia, cuya carga emocional lleva a la evocación de sentimientos encontrados, conecta con las emociones más profundas del ser humano frente a la vida y la muerte: desesperación y tristeza, esperanza y paz.
Mozart no pudo terminar su Réquiem, pues partió hacia el infinito, siendo aún muy joven, pero su legado perdura. Su obra fue terminada por su discípulo, Fanz Xavier Süsmayr.
Con una potente introducción, los instrumentos de viento presentan el tema principal.
Los trombones anuncian la entrada del coro, que inicia con el tema “Réquiem Alternan”, el coro logra impactar. El “Kirie” es un breve movimiento, de carácter implorante.
En la “Secuencia” varias secciones describen, el juicio final… el fin del mundo, destaca la participación del trombón.
De gran lirismo es el “Offertorium”-momento de la ofrenda, se escucha el bellísimo “Domine Jesu Christi”. Contrastante, la música brillante, alegre, del “Santus, las cuerdas interpretan la melodía principal.
La “Secuencia” Dies irae, dies illa -Día de la ira, día del juicio- un momento emocionante, poderoso, amenazante, cuerdas, trompetas, tambores contrastan con el coro y su textura homofónica, las voces de las mujeres en “Confutatis” se escuchan angelicales.
Las voces bien timbradas y matizadas del cuarteto vocal, -solistas invitados-, imprimen al “Réquiem” una dimensión mayor. La soprano dominicana Nathalie Peña-Comas en “Benedictus”, expresivo y sentimental impacta, su voz cálida, se adecúa al estilo de la obra.
La mezzo-soprano austríaca Dymfna Meijts, con su aterciopelada voz, impresiona en “O Gottes Lamm”. Los norteamericanos, el tenor Richard Clement, destaca con su bella voz, en el “Offertorium” y el bajo Morrison Robinson, impresiona con su potente y sonora. Los cuatro solistas logran momentos estelares como en “Recordare” y “Tuba mirum”.
El Coro Nacional cohesionado, con este Réquiem, marca un antes y un después. La eficiente dirección de Elioenai Medina, quien por nueve años ha dirigido con gran eficiencia este Coro, tiende a la síntesis, considerando la obra como una unidad, en la que cada movimiento, cada frase tiene vida propia.
La eficaz dirección del maestro Molina logra la armonía de orquesta y coro, la perfecta proyección de la belleza, de esta obra inmortal. El público tributó una ovación a todos los que hicieron posible esta noche memorable.
Muchos consideran que el “Réquiem” no era lo más apropiado para celebrar un aniversario, pues creemos que sí, porque el “Réquiem” de Mozart por su belleza y contenido capaz de emocionar, es un oasis de elevación espiritual. Felicitaciones a nuestro Coro Nacional, y que continúe su senda ascendente.
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