Yunesky Maya.
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Yunesky Maya Mendiluza sonríe distinto ahora. Ya no lleva el uniforme con el que tantas veces salió a la lomita a dominar, sino el de coach, con una libreta en la mano, un radio al oído y una mirada que mezcla serenidad y orgullo.
“Sí, sí, me he acostumbrado ya que me quité el uniforme como jugador. Y lo más importante es que me gusta lo que estoy haciendo”, dice con la tranquilidad del que ha entendido su nuevo rol en la vida.
A sus 43 años, Maya está escribiendo un nuevo capítulo en su extensa historia dentro del béisbol caribeño. Luego de colgar los spikes tras más de una década de dominio en la Liga Dominicana, el cubano asumió el reto de ser asistente del coach de pitcheo de las Águilas Cibaeñas, un cargo que abraza con la misma pasión que mostró en cada lanzamiento.
“Me gusta estar ahí con ellos, ayudarlos. De una forma u otra aportando mi granito de arena a esta nueva temporada y muy contento con lo que estoy haciendo”.
De la adrenalina al enfoque
El Maya que ahora se mueve entre los relevistas del bullpen es distinto, pero conserva el mismo fuego interior. “Como entrenador tengo un poco menos de adrenalina, pero más enfoque. Ahora tengo responsabilidad. Tengo alrededor de 13, 14 pitchers siempre ahí en el bullpen, y tengo que estar pendiente, llevando mis chats, haciendo mis reporticos y siempre atento al radio”, explica con precisión casi militar.
Su transición fue natural. El dirigente Luis “Pipe” Urueta lo llamó para ofrecerle la oportunidad, y Maya no dudó.
“Pipe me comunicó la idea que tenía. Yo le dije que sí, que estaba de acuerdo, y entonces firmamos”. Ambos ya habían coincidido anteriormente, tanto en el Licey como en los Gigantes del Cibao, y esa confianza mutua fue clave para su regreso a Santiago.
Una nueva mirada al juego
Desde su posición, el exlanzador observa el béisbol con otros ojos. “Pienso que está más rápido el juego, está mucho más rápido. Y también pienso que tiene un poquito más de información. Pero nada, el juego es el mismo”, reflexiona.
En esta nueva era, Maya se adapta a las herramientas modernas sin perder su esencia. “El béisbol ha cambiado mucho. Ahora tenemos un iPad, el manager tiene uno. Vamos viendo la velocidad, el giro de la bola. He podido estar en varias etapas y de verdad que ha cambiado mucho.”
Su meta es clara: ayudar a los lanzadores jóvenes a entender la parte mental y técnica del pitcheo. “A mí me encanta transmitir lo que he aprendido, los sacrificios, las frustraciones que uno ha pasado. La mecánica mía siempre ha sido buena y por qué no transmitirla para que otros sean exitosos mañana”.
Un guerrero eterno
La palabra “guerrero” define a Yunesky Maya. Siete veces campeón de karate en su natal Pinar del Río, fue obligado al servicio militar antes de debutar en las Series Nacionales de Cuba. Ya también cortó su caña.
Pero su disciplina y fortaleza lo llevaron a representar a su país en el Primer Clásico Mundial de Béisbol, lanzar en Grandes Ligas con los Washington Nationals y hacer historia en Corea del Sur con un juego sin hit ni carrera.
En República Dominicana, su legado se consolidó con los Leones del Escogido, Tigres del Licey, Gigantes del Cibao y, sobre todo, con las Águilas Cibaeñas, equipo con el que ganó campeonatos en 2017-18 y 2020-21.
También brilló en seis Series del Caribe, dejando números dignos de su reputación: 3.64 de efectividad, 28 ponches y un WHIP de 1.05 en 37.1 entradas.
Hoy, su energía se canaliza hacia los demás. “Hace años que no veo un equipo con el contraataque de este. Antes, en los tiempos míos, si nos hacían cinco carreras en los tres primeros innings, ya el juego había hablado. Pero este equipo tiene ritmo. Si le hacen dos, hacen tres; si le hacen cuatro, hacen cinco”.
El futuro en el horizonte
En el bullpen aguilucho, Maya comparte responsabilidades con Jorge Moncada, bajo la dirección de Urueta y junto a un cuerpo técnico de lujo integrado por Rafael Furcal, Melky Cabrera, Miguel Tejada y Tony Peña Jr.. Su mirada está fija en el desarrollo y en un sueño que no esconde: convertirse en mánager en un futuro cercano.
Mientras tanto, disfruta del presente con gratitud. “Me siento bien, me siento contento con esta nueva oportunidad y súper feliz de volver a mi casa”, dice con la voz cargada de emoción.
El guerrero volvió, pero ya no lanza desde el montículo. Ahora, su batalla es otra: formar, inspirar y mantener viva la llama del béisbol en quienes vienen detrás. Y si algo ha demostrado Yunesky Maya a lo largo de su carrera, es que donde hay disciplina, enfoque y amor por el juego… siempre habrá una nueva victoria esperando.
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