Latinoamérica devora las noticias | RNN

Latinoamérica devora las noticias | RNN


Hay una revolución en marcha, pero no viene con pancartas ni se grita en las plazas. Sucede cada mañana, en el metro, en los cafés, en la cama antes de dormir. Sucede cuando millones de latinoamericanos desbloquean sus teléfonos y, sin pensarlo dos veces, abren una aplicación, deslizan el dedo y consumen noticias. Muchas noticias. Toda la actualidad del mundo, comprimida en titulares que caben en la pantalla de un smartphone o en un smartTV.

Según el informe Digital 2026 Global Overview Report, presentado en octubre de 2025, más del 70% de la población de América Latina ya accede regularmente a noticias a través de internet. No es una tendencia emergente: es el presente. Y está redefiniendo no solo cómo nos informamos, sino también quiénes somos como sociedad.

Hubo un tiempo en que las noticias llegaban impresas. El ritual era sagrado: el periódico bajo el brazo, el olor a tinta fresca, el ruido de las hojas al pasar. Pero ese tiempo, en América Latina, es historia.

La prensa online superó a la física con una contundencia que no deja lugar a dudas. De acuerdo con los datos recopilados, el 77.2% de los usuarios de internet en la región lee noticias en línea, mientras que apenas el 53.7% aún consume periódicos o revistas en formato físico. La diferencia no es un matiz: es un abismo generacional.

«La prensa digital no solo es más accesible, es más inmediata, más visual, más compartible», como analista en el sector, podemos decir lo siguiente «En un continente donde la conectividad móvil creció exponencialmente en la última década, el papel perdió la carrera antes de darse cuenta de que estaba compitiendo.»

Y no se trata solo de preferencia. Es economía, es practicidad, es adaptación. En ciudades donde el transporte público es un laberinto de horas perdidas, leer en el teléfono es la única ventana al mundo que muchos tienen. Además todos quieren estar informados de su entorno. 

Pero hay otro fenómeno que está transformando el ecosistema informativo de la región: las redes sociales se convirtieron en la principal fuente de noticias para millones de personas.

El informe revela que el 88.1% de los usuarios de internet en América Latina usa redes sociales semanalmente, y para muchos de ellos, plataformas como Facebook, X (antes Twitter), Instagram, TikTok y YouTube son el primer y a veces único punto de contacto con la actualidad.

El dato es tanto fascinante como inquietante. ¿Qué significa informarse a través de un algoritmo? ¿Qué pasa cuando el filtro editorial es diseñado por inteligencia artificial y no por periodistas? Las respuestas aún se están escribiendo, pero el fenómeno ya es innegable.

«Las redes sociales democratizaron el acceso a la información, pero también fragmentaron la realidad», digo esto después de una década investigando medios digitales. «Hoy, dos personas pueden vivir en la misma ciudad y consumir dos versiones completamente distintas del mundo.»

Contrario a lo que muchos podrían pensar, el consumo de noticias digitales no es exclusivo de los jóvenes. Si bien es cierto que los menores de 35 años lideran la tendencia, los datos muestran un crecimiento sostenido en todos los grupos etarios.

En la franja de 55 a 64 años, por ejemplo, el consumo de noticias en línea alcanza el 39.5%, mientras que en los mayores de 65 años la cifra ronda el 34.2%. No son números marginales: son señales de que una generación entera está migrando hacia lo digital, aunque sea a su propio ritmo.

Y lo hacen con frecuencia. El informe señala que los usuarios de América Latina consultan noticias en línea un promedio de 3.01 días por semana. Es decir, la mitad de los días de una semana laboral están atravesados por la búsqueda de información.

«La gente no solo quiere estar informada. Quiere estar conectada», también podemos decir que «Las noticias ya no son solo hechos: son conversación, son identidad, son comunidad.»

En la República Dominicana, el fenómeno adquiere un matiz propio. El país se ha convertido en un laboratorio del nuevo consumo noticioso caribeño, donde la inmediatez, la conversación y la emoción dominan el ecosistema digital.
Más del 75 % de los dominicanos conectados consumen noticias en línea cada semana, impulsados por el uso intensivo del smartphone y el protagonismo de YouTube, X (antes Twitter), TikTok y Facebook como fuentes primarias de información e incluso en LinkedIn.

El tráfico de un mes en República Dominicana fue de 8.2 millones, tan solo 67 medios de los 100 más importantes del país tuvieron un alcance a 23.4 millones (27.2M), lo que representa el 85.9 millones del mercado en un mes (marzo 2024). 

El auge de medios digitales como Noticias SIN, Diario Libre, El Nuevo Diario, CDN, Acento, etc… Muchos medios e incluso Alofoke Media Group con De Último Minuto demuestra una transición acelerada hacia plataformas que combinan periodismo, opinión y entretenimiento. La televisión digital y el livestreaming complementan esta tendencia, haciendo que los ciudadanos participen de la información en tiempo real, comenten en directo y se sientan parte del relato.

En un país donde la conversación política, social y cultural se da cada día en los teléfonos y televisores inteligentes, la información ya no se espera: se vive. La República Dominicana representa así un microcosmos del futuro informativo latinoamericano: móvil, emocional y profundamente interactivo.

Nada de esto sería posible sin el protagonista silencioso de esta historia: el teléfono inteligente (smartphone).

En América Latina, la penetración móvil alcanzó niveles que hace una década parecían imposibles. Hoy, incluso en zonas rurales o de bajos ingresos, tener un smartphone es más común que tener una computadora o una conexión estable a internet en casa.

El teléfono es la biblioteca, el periódico, la radio, la televisión. Es el dispositivo que permite a millones de personas acceder a contenido que antes estaba fuera de su alcance. Y las noticias, por supuesto, están ahí, siempre a un clic de distancia.

Los datos lo confirman: el 86.9% de los usuarios consume videos cortos (como TikToks), el 88.1% usa redes sociales, y el 91.1% mira videos en línea de cualquier tipo, muchos de ellos relacionados con la actualidad.

«El teléfono es el gran igualador», afirma un sociólogo especializado en tecnología. «No importa si vives en Ciudad de México o en un pueblo de Bolivia: si tienes un smartphone, tienes acceso a la misma información que cualquier persona en Nueva York.»

En marzo de 2025, la República Dominicana ha sorprendido a toda América Latina con un fenómeno mediático inédito: por primera vez, los Smart TV superaron a los smartphones como principal dispositivo para consumir noticias en YouTube. El dato extraído viendo el consumo de noticias en Noticias SIN. Esto nos confirmó que el país ha dado un salto cualitativo hacia una nueva forma de informarse, donde la experiencia es más colectiva, visual e inmersiva.

El televisor inteligente, que muchos daban por desplazado, ha resurgido como el nuevo centro del hogar dominicano. Desde las salas de Santo Domingo hasta los barrios de Santiago, miles de familias se informan y debaten frente a una misma pantalla. Este fenómeno está íntimamente ligado al crecimiento explosivo de las transmisiones en vivo y los formatos híbridos entre noticia, conversación y análisis social.

El caso más emblemático es La Casa de Alofoke, el reality que ha redefinido el consumo digital en el Caribe y toda América, alcanzando en varios momentos más de un millón de usuarios conectados simultáneamente en YouTube, una cifra sin precedentes en la región y en todo el continente. Su impacto demuestra que el público dominicano no solo consume contenido: participa, comenta y convierte cada emisión en un evento nacional en un evento internacional.

Este cambio de paradigma evidencia una realidad positiva y poderosa: la República Dominicana no está siguiendo la transformación digital, la está liderando. Mientras otras naciones aún debaten cómo adaptarse, el país ya consolidó un modelo propio de comunicación digital masiva, donde la televisión se funde con internet y la noticia se vive en tiempo real, frente a una pantalla que vuelve a unir a todos.

Y esto recién empieza. En los últimos cinco años, el consumo de noticias digitales en América Latina creció de manera sostenida, y todos los indicadores apuntan a que la tendencia continuará.

Los jóvenes, que crecieron con un teléfono en la mano, ya no conocen otro mundo. Para ellos, las noticias siempre estuvieron en línea, siempre fueron compartibles, siempre tuvieron comentarios debajo. Y esa generación está empezando a tomar decisiones: qué consumir, qué comprar, a quién votar.

«Estamos ante un cambio estructural, no coyuntural», la pregunta ya no es si la gente va a seguir informándose por internet, sino cómo vamos a garantizar que esa información sea confiable, plural y de calidad.

Porque aquí está el verdadero desafío: en esta era de noticias instantáneas, algoritmos y viralidad, ¿quién decide qué es verdad? ¿Quién edita? ¿Quién verifica? ¿Quién asume la responsabilidad?

En América Latina, donde la desconfianza en las instituciones es alta y la polarización política está cada vez más marcada, estas preguntas no son académicas: son urgentes.

El periodismo tradicional enfrenta una crisis existencial. Las redacciones se achican, los ingresos publicitarios migran hacia las plataformas digitales, y el modelo de negocio que sostuvo a la prensa durante décadas se desmorona. Pero al mismo tiempo, nunca hubo tanta gente consumiendo noticias.

El problema no es que la gente no quiera informarse. El problema es que estamos reinventando el periodismo en tiempo real, y muchos medios no aplican los fact checking informativos como una red de seguridad de la información. 

Pero más allá de los números, más allá de las plataformas y los algoritmos, hay algo más profundo en juego: la identidad.

América Latina es una región de contrastes, de historias compartidas y heridas abiertas, de memoria colectiva y futuro incierto. Y las noticias, en su forma más pura, son la manera en que nos contamos a nosotros mismos quiénes somos.

Cuando un ciudadano de Buenos Aires lee en su teléfono sobre una protesta en Santiago, cuando una madre en Lima comparte un artículo sobre migración venezolana, cuando un estudiante en Bogotá descubre un podcast sobre la historia de su país, lo que está sucediendo no es solo consumo de información: es construcción de comunidad.

Las noticias son el espejo en el que nos miramos como sociedad latinoamérica, ese espejo está cambiando de forma. Ya no es un solo reflejo: son miles, fragmentados, simultáneos, contradictorios. Pero seguimos siendo nosotros.

La revolución digital de las noticias en América Latina no es una promesa futura: es el presente vivido por cientos de millones de personas. Es el joven que se entera del resultado de las elecciones por X (Twitter) antes de que termine el conteo oficial. Es la abuela que aprende a usar WhatsApp para leer lo que sus nietos le envían. Es el taxista que escucha podcasts informativos mientras maneja por la ciudad.

Es una transformación silenciosa, pero poderosa. Una que redefine no sólo el periodismo, sino también la democracia, la cultura, la educación.

Y en el centro de todo, brilla la pantalla de un teléfono o de los televisores inteligentes en los hogares. Pequeños, omnipresentes, implacables.

La pregunta ya no es si vamos a seguir informándonos por internet. La pregunta es qué tipo de sociedad vamos a construir con esa información.

Y esa respuesta, como siempre, la escribiremos entre todos. Con cada clic, con cada noticia compartida, con cada verdad buscada.

Porque en América Latina, la revolución siempre estuvo en las calles. Ahora también está en nuestras manos.

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