Alexander Alekhine, el genio del ajedrez.
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO. – Pese a haber sido uno de los campeones más brillantes y dominantes en la historia del ajedrez, Alexander Alekhine rara vez figura entre los cinco mejores jugadores de todos los tiempos. Su talento, indiscutible, se vio opacado por una mezcla de polémicas personales, decisiones controvertidas y el contexto histórico que marcó su carrera.
Alekhine se convirtió en Campeón Mundial de Ajedrez en 1927, al derrotar al cubano José Raúl Capablanca, considerado por muchos el jugador más natural y preciso de la historia. Sin embargo, se negó sistemáticamente a concederle la revancha, lo que generó duras críticas y un debate que aún divide a los expertos.
Aun así, Alekhine defendió con éxito su título en varias ocasiones ante rivales de gran nivel, demostrando una mente táctica brillante, una preparación meticulosa y un estilo profundamente agresivo. Su genio combinaba la creatividad con una precisión casi matemática, lo que lo convirtió en un adversario temible en cualquier tablero.
No obstante, los historiadores del ajedrez coinciden en que su legado quedó ensombrecido por factores extradeportivos: su vida personal turbulenta, sus vínculos políticos durante la Segunda Guerra Mundial y la ausencia de una revancha frente a Capablanca. Todo ello ha contribuido a que, pese a su inmenso talento, no se les coloque junto a leyendas como Fischer, Kasparov, Karpov, Capablanca o Magnus Carlsen.
Aun con sus luces y sombras, Alexander Alekhine permanece como un símbolo de genio, pasión y contradicción humana. Su historia recuerda que el ajedrez, más allá de la técnica, también es una expresión del alma y de los tiempos que nos tocan vivir.
“El ajedrez no es solo un juego, es una lucha entre personalidades.”
— Alexander Alekhine
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