Shohei Ohtani.
EL NUEVO DIARIO, TORONTO — Shohei Ohtani se les escapó a los Azulejos hace un par de años, pero encontraron la manera de volverlo a ver.
El protagonista de uno de los mayores desengaños en la historia de los Azulejos está ahora de vuelta frente a ellos. Ohtani, a quien los canadienses trataron de firmar en uno de los grandes dramas del béisbol hace dos años –y estuvieron a punto de hacerlo–, ahora los espera en la Serie Mundial. El juego escribe mejores guiones de lo que podríamos hacer nosotros.
Ohtani y los Azulejos estarán unidos para siempre después de lo que sucedió en diciembre del 2023. Parte del dolor y la hostilidad se han desvanecido, pero el nombre de Ohtani se ha quedado grabado en Toronto. Esta organización estuvo a punto de conseguir a la estrella más grande en la historia del béisbol, solo para quedarse dolorosamente corta ante los Dodgers. Durante el primer viaje de Ohtani como un Dodger a Toronto en el 2024, le preguntaron a John Schneider sobre lo que acababa de suceder ese invierno entre su equipo y Ohtani. El manager sonrió, se tomó un momento para pensar y dejó escapar un detalle.
“En todo caso, simplemente díganle que queremos de vuelta la gorra de los Azulejos que se llevó después de nuestra reunión”, reveló Schneider.
Ohtani se llevó más que una gorra de aquel cónclave. Aquí es donde se explica todo el dolor. Los Azulejos no sólo le ofrecieron un contrato a Ohtani, sino que ejercieron una presión total, involucrando a todos los rincones de la organización mientras competían financieramente codo a codo con los Dodgers, quienes finalmente firmaron a Ohtani con un acuerdo de 10 años y US$700 millones.
El drama se había gestado antes de las Reuniones Invernales del 2023 en el Gaylord Opryland Resort and Convention Centre en Nashville, pero finalmente se desbordó la noche del 4 de diciembre. Se suponía que el gerente general Ross Atkins se reuniría con los medios ese día en una suite, pero momentos antes, esa sesión pasó a ser una llamada por Zoom. Atkins se sentó en esa llamada, vistiendo una chaqueta negra y una camisa blanca frente a una pared blanca y lisa, negándose a admitir dónde estaba o qué estaba haciendo. Fue una escena inolvidable, pero necesaria.
Atkins, junto con Schneider, el presidente Mark Shapiro y el presidente de la junta directiva, Edward Rogers, estaban en el complejo del club en Dunedin, Florida, cortejando a Ohtani.}
El complejo estaba vacío ese día. Esto tenía que suceder con total secreto. A los jugadores más jóvenes se les dijo que había una reunión de propietarios ese día, mientras que algunos jugadores de Grandes Ligas, entendiendo lo que estaba sucediendo, cerraron la boca y asintieron. Schneider y los ejecutivos de los Azulejos se pararon en una habitación con vista al estacionamiento vacío, esperando que llegara una camioneta negra.
“Era como si viniera el presidente. En serio”, añadió Schneider en 2024.
Ohtani caminó por cada centímetro del complejo ese día. En un momento, se quedó paralizado frente a un televisor cuando vio a dos jugadores de los Azulejos lanzando algunas pelotas. Sintiendo su preocupación de que estos jugadores estuvieran en el terreno del complejo, los Azulejos le explicaron rápidamente a Ohtani que estaban al otro lado de la ciudad en el TD Ballpark, el estadio primaveral de los Azulejos. Toda la atención de la organización le pertenecía a Ohtani en ese momento.
Una de las últimas paradas del recorrido fue el clubhouse. Dentro había lockers instalados para Ohtani con jerseys, ropa de entrenamiento y todos sus accesorios favoritos, hasta los detalles más finos. Sin duda, a alguien en la organización se le encargó averiguar si a Ohtani le gustaba la pulpa en su jugo de naranja o cómo tomaba su café. Todo estaba justo frente a Ohtani.
Luego, una imagen que los involucrados nunca olvidarán. Ohtani empacó lo que había en los lockers y se llevó las bolsas con él. Nadie esperaba esto. Mientras caminaba de regreso a su camioneta, vieron una cosa más. Era el perro de Ohtani, Decoy, corriendo detrás de él con la chaqueta canadiense para perros que los Azulejos le habían comprado.
Así de cerca estuvo. A pesar de todo el drama –desde el vuelo en el que Ohtani nunca estuvo hasta la eventual publicación de Instagram de Ohtani que rompió el corazón de una nación–, es importante recordar lo cerca que estuvo esto, lo real que fue. Los Azulejos, con su intento agresivo y admirable, estuvieron a punto de conseguir a Shohei Ohtani.
¿Cómo habría sido ese mundo? Incluso a menos de dos años de distancia, siempre se ha sentido como una encrucijada para los Azulejos, la vida que podrían haber tenido comparada con la vida que realmente viven. ¿El dominicano Vladimir Guerrero Jr. habría firmado de todos modos una extensión de US$500 millones? ¿Habrían gastado aún más tras firmar Ohtani para reforzar el equipo?
Esos caminos están más cerca uno del otro de lo que jamás podríamos haber soñado.
Los Azulejos han renacido. Su temporada 2024, justo tras el cruel invierno que pasaron persiguiendo a Ohtani, se sintió sin vida. Sin embargo, esta organización está viva otra vez. No hay reemplazo para Ohtani, el jugador más singularmente talentoso que jamás haya pisado esta tierra, pero esto no es la NBA. No se trata de Ohtani, Mookie Betts y Freddie Freeman contra Guerrero, George Springer y Bo Bichette. Esta Serie Mundial es un roster de 26 hombres contra un roster de 26 hombres, y como vemos cada octubre, surgirán estrellas que nunca vimos venir.
Los Dodgers son una potencia. Incluso con los Azulejos ganando la Liga Americana como el primer sembrado, este duelo se anunciará como David contra Goliat, el grupo de canadienses emergentes y batalladores contra los todopoderosos Dodgers, a quienes nunca se les acaba el dinero ni el talento. Se anunciará como los Azulejos contra Shohei Ohtani.
“Nunca nos den por eliminados. Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para tratar de que el béisbol no vuelva a ser malvado”, dijo Schneider, riendo después de la victoria en el Juego 7 de la SCLA. “Sabemos que son un gran equipo. Sé que somos un gran equipo”.
Ohtani se escapó una vez. Durante un tiempo, se sintió como si esa herida siempre estaría allí, ya sea que los involucrados quisieran admitirlo o no. Sin embargo, el béisbol les ha dado otra oportunidad a los Azulejos. Durante dos años, esta organización no pudo escapar de los lazos con Ohtani, no pudo escapar de la etiqueta de terminar siempre en segundo lugar.
Una vez más, lo han encontrado. Una vez más, Ohtani está justo en frente de los Azulejos.
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