La Ciudad Colonial de Santo Domingo es un escenario en el que se hospedan diversos artistas junto a sus sueños.
Sin importar qué tanto visites sus calles, siempre habrá un rincón que no conoces y allí a un nuevo artista que llega con su maleta llena de esperanzas.
Aunque en este escrito no hay espacio suficiente para contar la historia de todos, los que permitieron entrar a su vida artística son dignos de resaltar.
Una de ellas es Katiuska Nieves. Con casi una década en el oficio, esta joven forma parte de las estatuas vivientes que busca impactar con su arte.
“Madre tierra” y “La lectora” son sus personajes aliados y con ellos arriba a sus seis años llevando un importante mensaje.
“Mi proyecto inicial era hacer una casa cultural, pero un maestro y amigo me recomendó aprender este arte, enriquecerme un tiempo y terminé quedándome”, explicó.
Con un atuendo color oro, libro en mano y un semblante que refleja su compromiso, Katiuska se impone en la calle El Conde, dispuesta a lograr su objetivo: impactar a la sociedad con su mensaje.
Leer: Mantener la energía y coherencia, el reto de Vakeró en “A tiro limpio”
“Mi primer plan es hacer incidencia social desde lo que hago. Para mí, un artista debe conectar con el público, el entorno e influir en el otro”, resaltó.
Cada uno de sus personajes tiene un blanco: “La lectora” busca incentivar la lectura y con “Madre tierra”, concienciar sobre el cuidado del medioambiente.
No muy lejos se encuentra Luis, un cantante que lleva dos años interpretando el “soundtrack” de las miles de personas que recorren este pedacito de lienzo, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco) como Patrimonio de la Humanidad.
Puedes leer;
Luis inició cantando en la iglesia, pero el destino tenía otros planes y así llegó desde Higüey, en el 2023, a este nido de artistas. “Aquí hay un ambiente que es arte por todos lados, desde los edificios hasta las personas. Es una ciudad de artistas y bohemios”, dijo.
El cantautor, quien sueña con tener su proyecto musical, dice que lo que más disfruta es ver una sonrisa en las personas.
“Siempre hay gente aquí que viene con problemas. Todo el mundo tiene situaciones personales y, a través de una canción, llegan recuerdos buenos de tu vida”, destaca Luis.
Con un árbol como soporte de su lienzo, así encontramos a Ely Sandy Taveras, un artista visual, quien contó nació en la Ciudad Colonial. “Yo nací en El Conde a una esquina de la escuela de arte. Nací artista y aunque pasé por la escuela, ya yo era un gran artista cuando entré”, cuenta con orgullo Ely.
Con más de 50 años en la pintura, Ely Sandy dice que vive de la venta de sus cuadros y que disfruta pasar sus días en “La Zona”, por el cisco de la gente.
“La música me ayuda con la disciplina, con las cosas intelectuales. Inicié a los 25 años a tocar violín, algo muy difícil a esa edad, pero yo puedo leer partituras, que no es nada fácil”, cuenta con una gran sonrisa Madogah, un haitiano que llena de hermosos acordes El Conde.
Este joven dice que su gran sueño es tener una escuela para los niños de las calles porque él fue uno de ellos. Madogah dice que su felicidad es poder hacer lo que le gusta, ya que, según asegura, son más las personas que viven de un oficio que no disfrutan.
Uno de los personajes más populares de ese espacio cultural es “El pelotero dorado”, creado por Edgar Omar Silvestre Rodríguez, un petromacorisano que rinde tributo a la tierra de los peloteros.
“El pelotero dorado es una pieza de teatro congelado, es la primera y única estatua viviente en homenaje al béisbol y a todos los jugadores. ¿Por qué como artista decido concebir esta obra? Simple, ¡es porque el béisbol nos ha dado mucha alegría y grandeza como país!”, explicó.
Con tres años y cinco meses en la Ciudad Colonial, Edgar resalta que se inició en el mundo de estatuas vivientes, luego de formarse como actor.
Con un camino claramente trazado, a sus 23 años el joven Jendry Durán comparte el arte con todo el que deseé inmortalizar su rostro en su lienzo.
Este caricaturista, nacido en Constanza, se encuentra en el parque Colón. “Dibujo desde pequeño y desde hace un año estudio en la Escuela Nacional de Artes Visuales. Tengo dos años aquí y esto me ayuda como práctica. Me gustaría ser un artista plástico profesional”, resaltó.
Desde Cuba, el violinista Gustavo Filiú toca sus mejores melodías, gracias a una invitación de unos amigos en una tertulia. “Me gusta porque uno puede desinhibirse y lo que más me gusta es que la gente disfrute”.
Con casi dos décadas alegrando el público de la Ciudad Colonial, el grupo Bonyé es una de las grandes representaciones artísticas dominicanas y forma parte de los pioneros en brindar buena música en la ciudad de los artistas.
Leave a Reply