La Orquesta Sinfónica Nacional en el segundo concierto de su Temporada de este año, incluyó la “Gala de Ganadores del Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O´Shea”, una tradición implantada en nuestro país, como parte del legado, de esa gran Dama de la música que fue Margarita Copello, y continuada por la Fundación Sinfonía, otro de sus grandes aportes a la cultura de nuestro país.
Toda Gala despierta muchas expectativas, especialmente cuando se trata de jóvenes ganadores de concursos. Un numeroso público acudió a la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional, y ese Duende misterioso que todos sienten y que ningún filósofo ha podido explicar, al decir de Goethe, se posó en el escenario y la platea, llenando de embrujo una noche musical encantadora.
La Sinfónica Nacional, recibe al primer concertino de la noche, el joven japonés, Marcel Tadokoro, -medalla de Bronce- acompañado por el Director Asistente, Santy Rodríguez. Inicia el concierto. No.2 en sol menor Op.22 de Camile Saint-Saëns.
Con una cascada de notas el piano despliega, el pianista muestra un alto nivel de habilidad técnica, inicia el primer movimiento “Andante Sostenuto”, estructurado en forma de sonata, la orquesta con notable sonoridad, introduce una melodía melancólica, se suceden bellísimos diálogos entre el piano y las diferentes secciones de la orquesta.
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El segundo movimiento “Allegro Scherzando” brillante, de notas rápidas, ágiles, requiere gran destreza del pianista, el virtuosismo de Tadokoro, es evidente. Con acordes poderosos y energía arrolladora, el tercer movimiento “Presto” es un torbellino, un verdadero reto, el pianista con desbordante virtuosismo y pasión logra sorprender al público, y tras los prolongados aplausos, lo llevan a un “encore”. En un nuevo reto, Tadokoro muestra su destreza y nos deleita con su interpretación de la técnicamente desafiante, “Campanella”, de Franz Liszt.
La Gala continúa con el concierto para piano y orquesta No.1 en si bemol menor Op.23 de Piotr Ilich Chaikovski, uno de los más populares, interpretado por el ganador de -medalla de Plata- el joven chino, Xiaolu Zang, bajo la dirección del maestro José Antonio Molina.
El primer movimiento “Allegro non troppo e maestoso -Allegro con spirito”, inicia con una de las melodías más famosas e impactantes, una especie de “leitmotiv”. El tema grandioso es introducido por las cuerdas y metales, luego el piano cobra protagonismo, el solista sortea las dificultades técnicas, impacta el sonido de su instrumento, muestra un virtuosismo sin límites.
El “Andantino semplice”, movimiento rico y cautivante, a ritmo de barcarola, luego introduce un vals brillante, los diferentes grupos instrumentales y el solista se unen, la orquesta no solo acompaña desarrolla sus propios motivos, se entabla un diálogo intenso.
El tercer movimiento “Allegro con fuoco” lleno de fuerza con toques rusos inconfundibles, se escuchan los aires de una danza ucraniana, seguida de un tema lírico contrastante, el final se eleva, es un cántico triunfal. Xiaolu Zang asume con propiedad el carácter de cada tema y a través de una técnica impresionante, extrae de su instrumento todo un caleidoscopio de timbres impresionantes. Tras la ovación recibida, el pianista cierra con un “encore”…emocionante.
La gran noche musical cierra con el ganador de -Medalla de Oro-, el pianista canadiense Jaeden Izik-Dzurko, interpretando el concierto No.3 en re menor, Op.30 de Sergei Rachmaninoff, considerado uno de los conciertos de mayor exigencia musical y técnica del repertorio pianístico, de extensos acordes y melodías melancólicas, obra cumbre del concierto romántico.
El primer movimiento “Allegro”, es tierno, inicia la orquesta, luego el piano impresiona con temas rusos y ritmos eslavos, que demandan una gran musicalidad. El solo del oboe introduce el “Adagio” con variaciones, se exponen dos temas.
El piano inicia con arpegios rápidos, vigorosos, con variaciones de los temas, dando unidad al concierto, logrando impresionar. El “Intermezzo” una melodía de gran belleza, es interpretada por los vientos y cuerdas, luego recogida por el piano, en un momento entrañable.
El “Finale: Alla breve” con variaciones de los temas iniciales, presenta un segundo tema de gran velocidad rítmica, el piano con decorativas variaciones, acordes y un “stacatto” percusivo, cierra el concierto. La sensibilidad, la asombrosa destreza, eficacia y virtuosismo del pianista Izik Dzurko, logran vencer el desafío que representa este concierto, logrando finalmente emocionar. La Sinfónica Nacional responde, a la altura de los grandes solistas. Pocas veces hemos escuchado unos aplausos tan prolongados, tributados a un artista, por un público puesto de pie en su totalidad.
Los comentarios a la salida del público, aunque todos positivos, eran diversos, había preferencias por uno y otro de los pianistas. Desde mi humilde opinión, los tres eran Medalla de Oro.
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